•Lenguaje: El programa intenta manejar un lenguaje coloquial, fresco y de moda, pero no lo ha logrado. Julián Román aún no transmite la seguridad de un presentador y no se ha entendido bien con Paola Turbay. Aunque los directos son el pavor para los presentadores y la producción en general (tener apuntador, indicaciones todo el tiempo, alargar los comentarios, etc…); los errores han sido muchos y frecuentes.
•Escenografía: excelente la combinación de los ambientes emulando escenarios estereotípicos de ritmos musicales; esto le da altura y versatilidad al show. Ligado con los vestuarios de los concursantes transportan al espectador a Broadway, Buenos Aires o La Habana con un solo cambio de cámara.
•Concurso: No hay competencia justa entre personas que no bailan y personas que sí lo hacen. No es entendible cómo concursa una bailarina contra un padre que busca una operación para su hijo. Esto dificulta la evaluación de cualquier coreografía. No quiere decir que no lo puedan hacer, pero hay limitaciones que son evidentes y que provocan dudas en el espectador. La competencia no se está haciendo en igualdad de condiciones.
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